Estábamos con mi corazón
Sentados a la orilla del rio.
El amanecer despuntando,
y el sol que con pompa se anunciaba.
Y ahí, detrás nuestro y al oeste,
la noche nos echaba una última mirada.
Y de sus ojos partieron palabras,
sordas pero claras, eternas
y olvidadas, brotaban hacia mí.
Que no olvide su amor,
ni perdone al día que la aleja de mi.
Que la distancia nos acerque aun mas,
que ya el tiempo llegará;
de ser dos que hacen, en hermosa
y perfecta armonía, uno y solo uno.
Ahoguemos las pasiones en el día,
y aguardemos solo unas horas.
Que vuelve siempre al
crepúsculo, la noche y espera
otro rato, la llegada de la aurora.
Ahí seremos de nuevo, que todo
retorna, hoy y siempre, y aquí y ahora.