De noche despertaron y eran pocos.
Y el día nunca les llegó.
Solo conocieron el lago natal
y las muchas estrellas prematuras.
Por el oeste vieron acercarse,
de los jinetes el mas amado.
Y con el tantos otros partieron,
mas ellos no marcharon.
Y en la noche eterna y virgen,
la oscuridad repto hacia ellos.
Ofuscados por el odio antaño,
deformada la belleza año a año.
Y a la noche ya no amaron.
Ni estrella alguna adoraron.
Marchan frente al latigo y el mazo,
ahora obscuros y en grande odiados.
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